Estamos ante el caso de un padre
que denuncia la situación de su hijo. El niño padece Síndrome de Asperger. Éste, se considera a menudo como una forma de autismo de alto funcionamiento.
Los niños que padecen este síndrome suelen presentar dificultades para interactuar socialmente, repetir determinados
comportamientos y torpeza.
El padre del niño se encuentra
desamparado porque ve cómo poco a poco se van recortando las ayudas para este tipo de casos. Por otra parte, es
consciente de la poca preparación de los
docentes para afrontar el día a día con estos niños.
El padre resalta el hecho de que
en este trimestre las calificaciones han
sido muy buenas, pero es cuando llega al momento del recreo, cuando su hijo
tiene que socializar con los demás,
que sufre el rechazo de éstos,
llegando incluso al acoso. Se
denuncia el hecho de que ante la falta
de recursos humanos, no haya quien vigile la situación en los recreos,
donde el niño se ve totalmente indefenso ante la burla de los demás.
A pesar de toda esta situación,
los padres reconocen el esfuerzo que
están realizando los docentes, no
siendo lo mismo con las Administraciones públicas, que con la política actual
de recortes una vez más hacen daño a los más indefensos. Esto es un ‘sálvese
quien pueda’. Los más fuertes serán los que sobrevivirán y los más débiles
(problemas de salud, de comportamiento, con pocos recursos económicos,
problemas familiares o de exclusión social…) quedarán relegados a un segundo
plano. Cuando la propia escuela no es capaz de dar una igualdad de
oportunidades a los niños, ¿qué podemos esperar en un futuro? ¿Cómo se podrán
integrar como personas con plenos derechos en esta sociedad que están, no
construyendo, sino destruyendo a pasos agigantados?
Hoy les toca a los niños que
tienen algún tipo de discapacidad, mañana les tocará a los hijos de los
inmigrantes o sin papeles, otro día serán de nuevo los funcionarios y
trabajadores del mundo de la
Enseñanza el blanco perfecto de estos políticos voraces…
Lo que está claro es que los ciudadanos deberían unirse para
protestar ante cualquier tipo de abusos, pues en cualquier otra ocasión los
demás pueden verse en esa misma situación y sólo se podrá atender a sus hijos
si se tiene un nivel adquisitivo o una posición social alta, algo que por
desgracia, cada vez menos personas pueden presumir de tener.
El caso de este niño no es más
que un pequeño grano de arena en toda una montaña que se va acumulando poco a
poco, día a día. Se están convirtiendo en los olvidados, hoy por hoy, y en el
día de mañana, serán los marginados y los excluidos sociales. ¡Qué bonito mundo
estamos dejando para las generaciones venideras!